lunes, 25 de mayo de 2009

A MADRID Y A SUS MADRILEÑOS

Uno de tantos poetas,
que le cantan a la muerte,
a los hombres abnegados,
los más duros y más fuertes.

La defensa de Madrid,
se basó solo en la suerte,
entre lucha desigual,
con las uñas y los dientes.

Los niños buscaban piedras,
y picaban las mujeres,
mientras bombas alemanas,
hacían cielo incandescente.

Italianos, alemanes,
bombardeos insistentes,
mil Guernicas en Madrid,
escenario de la muerte.

Todo el grueso de las tropas,
de Franco con sus rebeldes,
contra Madrid eran pocas,
contra unos pocos valientes.

Madrileños bien nacidos,
pura sangre, buena gente,
luchan por no ser vencidos,
su sangre dan a torrentes.

Codo a codo con hermanos,
extranjeros y valientes,
que solo por sus ideas,
se alistaron a su suerte.


La traicion de los gabachos,

la traicion de los ingleses,

que les dejaron sin armas,

solo con uñas y dientes.


Dios luego les castigo,

a correr la misma suerte,

conocieron el orror,

y conocieron la muerte.

Qué pena de milicianos,
dando la vida en el frente,
a una muerte disfrazada,
de hordas traidoras rebeldes.

Con toda España rendida,
su caída es inminente,
aun así los milicianos,
resistían en los frentes.

Hoy sus huesos no descansan,
pasado ya el siglo veinte,
se remueven para lucro,
de un gobierno decadente.

De socialismo ramplón,
engolado y prepotente,
chalets de mucho mamon,
o de yates imponentes.

Hoy piden todos aquellos,
que no pisaron un frente,
abren sus grandes bolsillos,
para cobrar por la muerte.

De un hermano de su abuelo,
que se llamaba Vicente,
el de la foto amarilla,
que está en el fondo del mueble.

Han pasado tantos años,
que apenas nadie lo entiende,
se camuflan los cobardes,
en la piel de buena gente.

Es la historia que han escrito,
cada cual como conviene,
qué casualidad… cojones,
hoy todos fueron valientes.

La historia quedo grabada,
imborrable como peste,
ella es quien marca cobardes,
que huyeron inconsecuentes.


Corrieron como conejas,

abandonando en el frente,

a lo mejor que quedaba,

los madrileños valientes.

Dejando a Madrid sitiada,
abandonada a su suerte,
hoy piden, piden y piden,
lo que no les pertenece.

Siempre quedas Madrid sola,
esta escrito que es tu suerte,
tanto cabrón que te odia,
y de ti come caliente.

Que maldice tu grandeza,
con envidia y entre dientes,
son reyes de la bajeza,
son cobardes pestilentes.

Honor y gloria perpetua,
y tronpetas estridentes,
a los hombres valerosos,
los madrileños del frente.

Madrid capital de España,
nación de la buena gente,
que resistió a sangre y fuego,
y siempre tendra alta la frente.

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